Con el corazón rebosante de esperanzas y ganas de realizar buenas acciones, todas las criaturas mágicas pusieron rumbo al reino de El Corralón. Anduvieron un largo camino y, por el trayecto, hicieron numerosos nuevos amigos que les iban ayudando y enseñándoles cosas nuevas.
Durante su viaje atravesaron páramos helados, cruzaron ríos y subieron altas montañas. Conocieron todo tipo de nuevos paisajes que nunca creyeron poder ver. Una noche, cuando la bella luna estaba bien acompañada de miles de estrellas, se adentraron en un frondoso bosque donde el misterio y la magia podían sentirse en el ambiente. En su camino atravesando el bosque conocieron a una antigua especie de criaturas que lo habitaban y que invertían todos sus esfuerzos en cuidar y proteger el bosque. Se llamaban Wiwichus y, en la gran aventura de nuestras criaturas, cobraron un papel fundamental, ya que les enseñaron todo lo que sabían de plantas y animales para que, cuando llegasen a su destino, pudieran transmitir dicha información.
Pasaron unas semanas con los Wiwichus aprendiendo acerca de todo tipo de plantas de cultivo y silvestres, así como todo tipo de características y curiosidades de los animales vertebrados, como mamíferos o reptiles, y de algunos invertebrados, como arácnidos o insectos.