La Vía Lactea

Una aventura en el Corralón II

Las criaturas del Corralón disfrutaban de su día corriendo de un lado a otro de los extensos parajes que había dentro del reino. A lo largo del día, las emociones de nuestras queridas amigas variaban mucho, puesto que había momentos que podían estar muy contentas y juguetonas, y otros en los que parecía que el cielo se cubría de nubes. Pero no creáis que eso las detenía, puesto que entre ellas se animaban a seguir divirtiéndose junto a la naturaleza.
De entre todas las criaturas, había una que era la más anciana; el rey del Corralón, que era apodado como El Abuelo, vivía en Casavieja, un castillo algo apartado del pueblo. De vez en cuando el rey salía a pasear por su reino y a visitar a todas sus amigas las criaturas, repartiendo sabiduría y amor allá por donde iba. El Abuelo era querido por todas y cada una de las criaturas del reino y, junto a él, cuidaban de todos los animales que habitaban la zona: mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces y, aunque el nombre parezca algo raro, los wiwichus, una especie única que solo salía por la noche dado que le tenían mucho miedo a la luz brillante.
Además, una de las actividades favoritas de muchos residentes del Corralón era salir a la naturaleza a pasear entre los árboles y las plantas a conocer nuevos amigos que pudieran encontrar en el bosque y compartir con ellos algo de ese amor que todos los días les daba El Abuelo.

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